29.7.07



Creo que me falta imaginación. O valor.

Pero es que falta.


Ese tipo me tiene enamorada.

Y él sabe escribir...


Leo:


Poema


Te amo por cejas, por cabello, te dabato en corredores blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz.

Te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz voy poniéndote en el pelo cenizas de relámapago y cintas que dormían en la lluvia.

No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que viene detrás de tu mano, porque el agua, considera el agua, y los leones cuando se disuelven en el azúcar de la fébula, y los gestos, esa arquitectura de la nada, encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.

Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo. pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa.

Busco tu suma, el borde de la copa donde le vino es también la luna y el espejo, busco esa línea que hace temblar a un hombre en una galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.


Julio Cortázar

14.7.07

Es que duele

Porque no tengo fuerzas
Porque no pienso en otra cosa
Porque es verdad y quiero más.

Cuando la ciudad me devora
cuando quiero devorar sin razones
las razones de los demás.

No puedo
No quepo
No sé escribir.

Por lo tanto, ahí va:


Los amantes

Julio Cortázar

¿Quién los ve andar por la ciudad si todos están ciegos?
Ellos se toman de la mano: algo habla entre sus dedos, lenguas dulces lamen la húmeda palma, corren por las falanges, y arriba está la noche llena de ojos.
Son los amantes, su isla flota a la deriva hacia muertes de césped, hacia puertos que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,t odo encuentra su cifra escamoteada; pero ellos ni siquiera saben que mientras ruedan en su amarga arena hay una pausa en la obra de la nada, el tigre es un jardín que juega.
Amanece en los carros de basura, empiezan a salir los ciegos, el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan una vez más antes de oler el día.
Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces cuando están muertos, cuando están vestidos, que la ciudad los recupera hipócrita y les impone los deberes cotidianos.